Semilla rojiza con ansias de florecer, pequeñez de tanta verdad. Vida hacia abajo y hacia arriba. Raíces que se bifurcan y van acomodando, a la manera de alguien que está muy a gusto.
Al sur del sur de un mundo sin revés, crece con rapidez y expande su coposo cuerpo, un cuerpo que es sabiduría. Y como tantas veces, (a muchos nos pasa) se va por las ramas en busca de un poco de luz.
Parte del aire y de las alturas, nunca olvida que también es del suelo. De vez en vez, se vuelve refugio, protección y cuerpo donde se posan transeúntes despreocupados. Sombra que ayuda a la reflexión. Y mientras,
se alimenta de canciones, de palabras, de rocío, de vientos y colores,
de lenguas ancestrales, de secretos y misterios, y de tantos restos de los demás.
Cambia de piel según la estación, se viste y desviste una vez más. Regala libres hojas verdes a la aridez de los paisajes y a junio bellas flores amarillentas, por poco anaranjadas.
Se hace fuerte en tierras difíciles y al borde de los caminos, no duda en seguir creciendo. Se acomoda más al suelo,
de la raíz hasta la flor… Tipuana Tipu (soy).