Pegó un salto, manoteó una nube y se quedó ahí, colgando de un brazo. Abajo el cielo. Nube patas para arriba le fue a tocar. Sobre su cabeza, la tierra. Un viento suave pasa y le arrebata un suspiro, justo ese que habia reservado para cuando estuviera pendiendo su suerte de una nube al revés. Desde ese momento, cuando su cabeza y pies de vuelta en tierra toparon, cada vientuzco le arrebata un suspiro.
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En las manos llevaba dos suspiros y un reflejo de luna, por si acaso le hicieran falta, para alguna inesperada ocasión por venir. Mientras, giraba la cara, emprendía el paso y se perdía entre la muchedumbre.
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Desnudó su conciencia. Y se acabó. No había ropaje que sirviera ya de mundano encubridor de misterio. Ahí estaba, junto a su bestial sinceridad. Temblando.
-- Tacku
Es muy certero el hecho de temblar frente a la bestial sinceridad...
ResponderEliminarMejor temblar y sincerar, a enfriar, inmovilizar y conservar la falsedad...
:)
Hay corazón latiendo fuerte en este blog
ResponderEliminarUn abrazo
Troche
Me gusta el juego del viento
ResponderEliminarporque siempre nos lleva a otra parte de donde pensabamos ir...
"Un viento suave pasa y le arrebata un suspiro, justo ese que habia reservado para cuando estuviera pendiendo su suerte de una nube al revés." Tacku
La prosa verdaderamente satisfactoria a la necesidad estética